DIDÁCTICA
Si miras un reloj y esperas impasible a que pase un minuto, comprenderás al fin en qué consiste la eternidad.
Detente, caminante, escucha
esos latidos perentorios, ese inconmensurable desplazamiento de tu corazón
que deja por momentos un gran foso vacío entre lo efímero y lo permanente.
El instante que pasa ocupa todo el tiempo.
No hay final ni principio:
sólo el todo y la nada equidistando.
J. Caballero Bonald